¿El arte elitista puede ser de izquierdas? (II)

Quieres meter en los teatros a albañiles, mecánicos, funcionarios, etc. Me parece bien. Me parece bien que albañiles, mecánicos, funcionarios, etc. vayan al teatro. Pero creo que planteas mal los términos. La cuestión, en mi opinión, no es que el arte elitista es incomprensible para la mayoría de la gente, la cuestión es por qué esta mayoría no entiende el arte elitista.

Dices que la comprensión de ciertas obras de arte requieren cierta formación ya que, sin ella, somos incapaces de comprender gran parte de las obras. Es cierto, pero esto no invalida a la obra en sí, no la hace menos «de izquierdas». En mi opinión la pregunta que desde la izquierda hay que hacer es: ¿por qué las mayorías sociales no pueden acceder a la comprensión del arte? O, dicho de otra manera, ¿qué falla en nuestra sociedad para que las mayorías sociales se sientan totalmente apartadas de la comprensión del arte? Aquí podíamos hablar de cómo nuestra sociedad, o las instituciones educativas de nuestra sociedad (escuela, universidad y, la más importante, la televisión), ha fallado totalmente, ya sea premeditadamente o no, a la hora de otorgar a la mayoría de las herramientas necesarias para comprender y disfrutar el arte.

No obstante, y para hablar más concretamente del arte de izquierdas o, vamos a llamarlo, con vocación de transformación, habría que ir más allá. Todas las sociedades tienen mecanismos a través de los cuales se legitima o no el arte. A través de los cuales se le otorga a una obra la condición de arte o no. Hace 500 años era la Iglesia la que decía si algo era arte o no, en función, no de la obra en sí, sino de las necesidades de la propia Iglesia.

En nuestra sociedad ocurre lo mismo, más o menos. Existen instituciones que otorgan a una obra la condición de arte. Universidades, museos, redes de teatros y los propios autores, academias, etc. Es aquí donde, en mi opinión, debe posicionarse el arte con vocación de transformación. Debe querer no sólo transformar la sociedad, sino posicionarse frente a esta red de instituciones legitimadoras del arte, desde un punto de vista crítico.

Porque estas instituciones son las que, también, separan el arte de la sociedad. Son las que crean la sensación de que el arte es algo reservado a unos pocos que, de alguna manera (normalmente con dinero), pueden acceder, no sé si a la comprensión del  arte, pero sí a ese mundillo artístico.

Existe arte que rompe con esto. Desde Lorca creando la Barraca y acercando el teatro al pueblo a, en nuestros días, el arte callejero. Estoy pensando en Bansky. Desde una posición crítica con nuestra sociedad y desde la exclusión de estos circuitos artísticos, Bansky hace arte.

Pintada de Bansky. Esto tiene más valor que todo Arco entero. Aunque menos precio.

Si nos salimos totalmente de estos circuitos nos encontramos con el arte popular, que, sin ser necesariamente crítico con la sociedad, tiene la ventaja de salirse del mundillo en todos los sentidos ya que es arte producido por el pueblo. Estoy pensando, por ejemplo, en eso que tanto te gusta: las comparsas y las chirigotas del Carnaval de Cádiz. Seguramente, esta sea la forma más adecuada para el arte de izquierdas.

Por último, parece que está hecho a posta, pero el mejor ejemplo de artista que se posiciona críticamente contra los legitimadores del arte lo dio ayer Álex de la Iglesia con el discurso que hizo en la entrega de los Goya. En medio de los dueños de las instituciones que dicen qué es cine y qué no es cine en España se posicionó en contra de la opinión de la mayoría desde un punto de vista comprometido con la trasformación, no sólo de la sociedad, que se está transformando sola, sino de la propia Academia.

Un Comentario

  1. ruculaverde

    Voy a ir lanzando puntos que me han parecido curuiosos

    Estoy pensando en qué veo que fallen las instituciones,… Hace años, e incluso ahora, se daba valor a las materias educativas. Una de las màs prestigiosas, Matemàticas, una de las menos Arte.

    Quizàs estoy simplificando demasiado, pero creo que este pensamiento aún se mantiene y se traslada a las profesiones… Ser matemàtico parece màs importante o más prestigioso que ser artista (excepto si eres excepcional).

    Por otra parte, para pintar despuès de Altamira,… había que realizar grandes inversiones. Los colores se obtenían de los minerales, los aceites eran puro lujo, y el valor de una obra no sólo residía en la técnica del maestro, si no en la consecuciòn del acabado, del color. Tenemos la figura del mecenas, del patrocinador del artista.

    Creo que es ahí donde puede estar una de las causas del orígen de los círculos elitistas (y esto sí es simplificar a tope).

    Quiero recordar también, que cuando los tiempos eran (y para muchos son) diferentes, lo que importaba por encima de todo era comer y sobrevivir, excepto si gozabas de una posición privilegiada y tenías eso cubierto, entonces buscabas otras formas de «satisfacción y gozo».

    A la vez, en esos entornos «difíciles» los desarrollos de arte estaban desvestidos, eran alma, porque no había con qué adornarlo. Para cantar, hacer reír y camelar no siempre hace falta un apoyo económico, pero apoyarlo lo hace màs notorio y creo que ahí es dónde se hace la brecha.

    Y… Sólo quiero recordaros que algunas d las instituciones en las que HEMOS estado, nos han llevado a ver exposiciones, visitar monumentos, acudir a obras d teatro… Y es un paso… Pero es que tampoco nos pueden obligar, nos ayudan a dar el primer paso, pero a andar tenemos que aprender nosotros. O acaso en el cole t llavan al fútbol?

  2. marcos

    Como le comenté a ruculaverde en la anterior entrada yo planteé mi crítica desde el punto de vista del autor, del artista, del creador. Tú lo has hecho desde un punto de vista estructural de la sociedad, político o como quieras llamarlo. Por eso se observa de formas diferentes.
    Mi planteamiento es que el artista está incrustado en un contexto. Rodrigo García, en este caso, sabe de las limitaciones de la sociedad para comprender el arte, de las dificultades de la educación y de las dificultades que tiene la gente para acudir a determinado tipo de teatro. Él hace la obra en ese contexto, por lo que puede encriptarla de muchas formas.
    El arte con afán transformador, como tú lo llamas, quiere transformar. ¿Qué hacemos para transformar? Que nuestro mensaje cale lo máximo en la gente, tanto en calidad como en cantidad, ¿no?
    Comparto tu análisis desde tu punto de vista.
    En cualquier caso, como ya he dicho en los comentarios de la anterior entrada mi visión se ha enriquecido gracias al debate y, en cierta forma, ha cambiado.
    (Este fragmento está en los comentarios de la anterior entrada: «Por ejemplo, lo que más criticaba era que en plena obra de teatro pusiese una hora de piano de Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz de Joseph Haydn. Lo criticaba porque consideraba que la gente no lo entendía pero ahora pienso que la gente que ha ido al teatro ha escuchado una obra musical que no hubiese escuchado de otra forma. Así que también es una forma revolucionaria de extender una cultura ‘elitista’ y cara, como la música clásica, para todo el mundo y a un precio asequible»).

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